Música Medieval



Tras los relatos de los padres de la Iglesia como San Agustín y otros sobre la función de la música, el canto reglamentado por San Ambrosio y San Gregorio (que se perdió) fue analizado por Casiodoro, teórico sucesor de Boecio en la corte ostrogoda. La teoría del canto gregoriano se expuso luego a cargo del monje anglosajón Alcuino, que organizó la música en la corte de Carlomagno. Fueron ocho modos eclesiásticos o tonos, aunque San Isidoro de Sevilla (579 -636) había dedicado un estudio a la música en sus Etimologías. Asimismo a fines del siglo IX el monje flamenco Huebaldo analizó la técnica del organum. A su vez San Odón, abad de Cluny, procuró cambiar los nombres de las notas, sin lograrlo. Lo consiguió en su lugar Guido D' Arezzo. Finalmente, se destacan los aportes intelectuales de John Cotton en el siglo XII y de su coterráneo Walter Odington en el XIV. Cien años atrás, el inglés John Garland fundó la llamada Escuela de París (distinguiéndola de la de Colonia). Luego retomó sus investigaciones Marchetto de Padua y los franceses Jean de Muris y Philippe de Vitry.
Instrumentos Medievales
Los instrumentos conocidos en la Edad Media llegaron a Europa desde Asia a través de Bizancio o por medio de los árabes del norte de África y España. En los casos como el del arpa, llegaron desde las islas británicas antes del siglo IX. Asimismo hubo instrumentos de arco, como la viela, prototipo del violín moderno y una variante de tres cuerdas con manivela: el organistrum o zampona. También caracterizaron a la época el salterio (antepasado lejano del clave) y el laúd. Entre los vientos, las flautas, chirimías, algunos tipos de oboe, trompetas (en la nobleza) y gaitas (o cornamusas).



Danzas Renacentistas



En las cortes renacentistas las danzas de sociedad eran un fenómeno habitual. Los nobles y gente de renombre bailaban en parejas con coreografías complejas. Por eso, la mayor parte del repertorio instrumental del siglo XVI europeo está compuesto por piezas de danza interpretadas en diferentes instrumentos: laúd, clavecín o virginal. Las grandes fiestas incluso exigían un conjunto instrumental pequeño que no improvisaba como en la Edad Media, sino que interpretaba músicas escritas con esquemas rítmicos establecidos. Estas piezas no eran contrapuntísticas, sino melodías simples ornamentadas. Las danzas solían formar grupos de pares o tríos que pasaban de lo alegre a lo solemne, dando origen a la suite. Estas danzas ingresaron lentamente pero de manera implacable dentro de la música seria, sus puestas en escena tenían complejas coreografías y llevaron al ballet escénico. De las mascaradas y salones de los nobles, el baile se inspiró primero en figuras de la mitología para ser luego la diversión infaltable de las clases altas.

Pavana y Gallarda

Pavana: como todas las danzas de la época, la pavana fue un baile grupal en el que variaban las parejas danzantes. El nombre provino de la ciudad de Padua. Fue una danza cortesana solemne, que antecedía a un saltarello o una gallarda. Esta danza lenta y majestuosa sirvió de introducción a la suite orquestal alemana en el siglo XVII.

Gallarda: solía interpretarse después de la pavana y era una danza rápida de compás ternario. Su origen se atribuye a Italia, donde se la conocía como romanesca también, y cuyo nombre deriva de gigolane, dar puntapiés. Su coreografía se caracterizaba por los saltos y movimientos enérgicos de la pierna. Uno de sus antecedentes es el turdión.

Otras Danzas

La alemanda fue una danza de origen alemán que se estilizó para utilizarse como introducción a la suite del siglo XVII. La courante o corrente es una danza rápida en compás ternario, que ocupó el segundo lugar de la suite en el siglo XVII. La chacona es una danza española que sirvió de modelo para la variación. Por último, la zarabanda o sarabanda es una danza (posiblemente española) de compás ternario y carácter solemne.

De la Corte a la Suite

La basse danse, de fuerte componente improvisatorio, fue la danza cortesana preferida a fines del XVI.. Pero luego empezaron a utilizarse melodías populares en la voz superior y comenzó a organizarse la coreografía específica de cada una de ellas, en especial tras la publicación de la Orquesografia de Arbeau en 1588. Aparte de la basse danse, otras danzas simples son el turdión, el branle, la pavana, la gallarda, el saltarello y la calada. Estas formas instrumentales se fueron organizando en órdenes pequeñas que después dieron origen a la suite, nombre que aparece por vez primera en 1557, en las ediciones de Attaignant. También se denomina a las suites partita (por incluir partes, movimientos o danzas en una serie), ordre (nombre usado por Couperin), obertura y otros apelativos, como el Banquete musical de Schein.

¡Imperdible! Clases Magistrales Accademia Bizantina


Stefano Montanari y Stefano Rossi, violín Marco Frezzato, cello Ottavio Dantone (director del conjunto), clavecín

Fecha: 27 de Junio
Horarios: 14:00 a 17:00 horas
Lugar: Fundación de Orquestas, Balmaceda 1301 Santiago.
Inscripción: Hasta el martes 24 de junio
Orientado: Estudiantes, Profesores y músicos profesionales


El Bajo Continuo



Así como en el Renacimiento la textura básica era la polifonía de voces independientes, en el Barroco los compositores intentaron cambiar esta práctica por el canto monódico acompañado, respetando la herencia de algunas formas antiguas en desuso como las cantilenas del siglo XIV. La novedad posee una única línea melódica y un bajo que es protagonista del despliegue armónico. Con este fin, la línea de la voz grave se confiaba a un instrumento o grupo de instrumentos llamado continuo (por lo general clave, órgano, laúd o violoncello), que ejecutaba una serie de acordes pautados por las cifras del bajo, a la que era posible sumar la viola da gamba o el fagot interpretando la melodía del bajo.

Realización

La realización es el proceso de conversión del bajo cifrado en acordes. Estaba dotado de improvisación, al ir tejiendo un entramado de acordes y arpegios a modo de sustento armónico de la melodía principal, aportando de voces interiores de relleno a la obra. Si sobre el bajo aparece un 3, un 5 o un 8, eso indica la construcción de un acorde perfecto siendo su voz superior, la tercera, la quinta o la octava del bajo respectivamente. Los acordes pueden aparecer invertidos también, con una nota diferente de la fundamental en el bajo. Así, por ejemplo, el acorde de sexta indica la primera inversión: en do mayor, el mi está en el bajo y determina una sexta con el do. La segunda inversión del mismo acorde tendría a la nota sol en el bajo y la indicación cuarta y sexta (un 6 sobre un 4) para señalar la presencia de do (la cuarta) y de mi (la sexta).

Concerto Grosso



El concerto grosso fue la forma de música instrumental más importante del barroco. En él, un grupo reducido de solistas (concertino) se opone al tutti orquestal del ripieno. Este tipo de contraste se daba en las antiguas canzonas de sonar, y en las primeras sonatas y sinfonías. Los compositores franceses en cambio, preferían oponer al conjunto orquestal un pequeño trío de vientos, que continuaría en el tercer movimiento (scherzo) de la sinfonía clásica. El contraste entre ambas agrupaciones puede asemejarse con el choque de luces y sombras de la pintura del barroco, y en cuanto a la musica deriva de los coros contrapuestos de la iglesia de San Marcos de Venecia, que oirían los contrapuntos dinámicos de los Gabrielli. Esta contraposición llevó primero a la instalación de una especie de terrazas sonoras de distintas intensidades, como preguntas y respuestas entre el concertino y el ripieno, para luego abstraerse en la oposición de temas musicales que conforma la sonata, base de las formas instrumentales clásicas.

La Ópera Barroca




La ópera barroca fue un espectáculo diseñado para atraer tanto a la vista como al oido. Se difundió por toda Europa pero su trayectoria triunfal fue seguida por dos siglos de abandono, tiempo durante el cual fue denigrada por pasada de moda sin la menor esperanza, falta de dramatismo, pomposa y vacía. El auge de la musicología a fines del siglo XIX trajo consigo la exhumación de una obra tras otra y pasado el recodo del siglo la escuela neobarroca, en reacción contra el drama musical wagneriano, sacó provecho de ello. El nombre de Monteverdi resonó una vez más después de muchos años; tras la primera gran guerra, las obras de Haendel volvieron a la escena por vez primera en Göttingen. Había mucho que resucitar, aparentemente como vía de escape de la emotividad del romanticismo tardío, pero un exponente del docorativo estilo vocal barroco, en verdad la estrella de la ópera barroca, había desaparecido sin remedio: el castrato, el varón mutilado que fue la creación extravagante y víctima del bel canto.

Poco antes de que se desencadenara la epidemia operística, la ópera cómica, que ya en fecha tan temprana como 1639 había recibido el nombre de "commedia", fue "inventada" en Roma. La gente común plantó en el escenario musical, junto con figuras tomadas de la commedia dell'arte, la música de Mazzochi y Marazzoli con texto del cardenal Giulio Rospigliosi, el futuro papa Clemente IX. La ópera se titulaba Chi soffre speri. Era de estilo realista, pues la realidad es la piedra de toque de la comedia. Se imponía la verosimilitud, que conducía al tratamiento psicológico de los personajes, que dejaban de ser rígidas figuras estereotipadas. La opera buffa aportó al teatro musical una mirada instrospectiva en la naturaleza humana, con sus debilidades, frustraciones y conflictos.

La ópera barroca se organizaba de acuerdo con un esquema. La opera seria (el ancestro de la "grand opéra" del siglo XIX) derivaba sus elementos de la historia y la leyenda clásicas; prácticamente a todos los héroes mitológicos les alcanzó un libreto de versos pomposos y luego la música. Había escenas corales pero pocas de conjunto. Los recitativos y las arias determinaban el curso de la ópera. La acción en si misma era desarrollada por un predominante recitativo "secco" -así llamado porque sólo era acompañado por el clave y los instrumentos bajos- en tanto que las más emotivas arias expresaban los sentimientos de los personajes individuales, normalmente en una forma "da capo" (ABA). En su riqueza de coloratura, en su capacidad para conmover y su belleza, estas arias tenían un brillo artificial y una tendencia intrínseca hacia el manierismo. La armonía estaba concebida mucho más verticalmente que en la era polifónica del Renacimiento. La partitura consistía fundamentalmente en la parte vocal y en la línea del bajo; de los clavecinistas y de los tañadores de instrumentos pulsados se esperaba que improvisaran armonías partiendo de las indicaciones escritas sobre la línea del bajo; de aquí el bajo continuo. La orquesta, casi invariablemente, constaba de una sección de cuerda que en ocasiones se vería reforzada por un fagot; más tarde se añadieron oboes, flautas y trompas; también podían utilizarse instrumentos de metal. La ejecución era dirigida desde el clave, a menudo por el propio compositor.

La primera ópera en alemán fue representada en 1627 en el castillo de Hartenfels, cerca de Torgau; fue Daphne, con versos del poeta lírico Martin Opitz y música de Heinrich Schütz, el más destacado compositor barroco alemán anterior a Bach y Haendel. El libreto se ha conservado pero la partitura se ha perdido, como las de las demás óperas de Schütz. Casi todas las óperas de la época se representaron ligadas a celebraciones cortesanas, en particular bodas principescas. El decorado, la tramoya y los efectos escénicos se desplegaban buscando el mayor efectismo. Los emperadores y los reyes, por no mencionar a los príncipes, eran reflejados en la panoplia de la ópera, sus virtudes eran exaltadas y se mostraba su magnificencia. Fue sobre todo con el rey francés Luis XIV, el "rey sol", cuando la ópera se convirtió en el escaparate teatral del gobernante absoluto. En 1671 se fundó la Academie Royale de Musique, principal impulsora de la grand opéra francesa. En Versalles la grandeur del rey llegó a su cúspide. Se introdujo el ballet, en buena medida porque el propio rey era un entusiasta bailarín. La danza siguió siendo un rasgo característico de la ópera francesa, al principio como expresión del orden jerárquico del estado pero más tarde porque se convirtió en el espectáculo favorito. La ópera francesa recibió su forma y su consistencia de Jean Baptiste Lully (1632-1687), natural de Florencia. Aunó sus esfuerzos con Molière en la aspiración a combinar la comedia, la música y la danza. La más importante comedia-ballet realizada junto con Molière fue Le bourgeois gentilhomme (1670), que se ha hecho famosa por el tratamiento que Richard Strauss dio al mismo argumento. La tragedia-ballet de Lully dio origen a la tragédia lírica, una forma característica en la historia operística francesa, vehículo de expresión del sentimiento lírico en un estilo invariablemente elevado, ya fuese con recitativos o con música detalladamente compuesta; contrasta con la ópera cómica, en la que el diálogo se interpola entre los números musicales y se tratan temas realistas, pese a que la acción no es necesariamente cómica.

Las formas estilísticas de Lully fueron la base para la música escénica del compositor y teórico Jean-Philippe Rameau (1683-1767); sus argumentos los tomó de la antigüedad heroica, alternando montajes escénicos de marcados contrastes. El ballet era la pieza clave del espectáculo e hicieron su aparición los temas exóticos, como Les Indes galantes (1735). A la música se le encomendaba un efecto ilustrativo, imitando a la naturaleza, en línea con los dogmas del racionalismo. La obertura, que Lully había generalizado, se convirtió en una introducción musical, consistente en un inicio lento, de profundo sentimiento, y una sección principal rápida, a menudo fugada. El uso por parte de Rameau de los tableaux, el efecto pictórico de los decorados, que cambiaban bruscamente en los entreactos, influyeron más tarde en las óperas reformistas de Gluck. La redacción del texto poético fue particularmente valorada por los buenos racionalistas franceses de la ópera de París - y durante mucho tiempo la ópera sólo se representó en la capital-.

La aparición de la ópera en Inglaterra se retrasó debido a la guerra civil y a la Commonwealth (1642-1660). Cronwell y los puritanos despotricaron contra las diversiones públicas y prohibieron el teatro y la ópera. El rey Carlos II anunció la Restauración en 1660, incluyendo la restauración del drama isabelino de Shakespeare. Hubo representaciones de obras de Shakespeare, de ampulosas piezas históricas y comedias francesas. Henry Purcell (1659-1695), el más destacado compositor inglés, escribió música incidental (The Fairy Queen, King Arthur, etc.) para cuarenta y siete de estas piezas, ampliándolas con canciones, coros y bailes. Su única ópera propiamente dicha, Dido and Aeneas, representada en 1689 en un pensionado para señoritas regentado por un maestro de baile en Chelsea, se aparta de esas semióperas y mascaradas. Ópera de cámara, con cuarenta y cuatro números, escrita para un corto número de personajes e instrumentos de cuerda, ofrece una variante de las óperas-ballet y relata el desdichado amor entre la reina de cartago y el héroe troyano. Los breves y melodiosos números musicales adquieren un colorido vívido y característico a causa de la utilización de armonías atrevidas. El adiós de Dido, cantado justo antes de ascender a la pira funeraria, es un sucesor hondamente conmovedor del Lamento d'Arianna de Monteverdi y de otros innumerables lamentos operísticos.

No fue sino a comienzos del siglo XVIII cuando la ópera italiana hizo de Londres un baluarte del bel canto. Confiando en la capacidad de atracción de las estrellas del canto, los empresarios privados tuvieron un éxito desigual al trasplantar a Londres el florecimiento de la ópera en el continente. Uno de ellos fue Georg Friedrich Haendel, que había nacido en la ciudad sajona de Halle en 1685, el mismo año de Johann Sebastian Bach, y que murió en Londres siendo ciudadano británico en 1759. Hijo de un cirujano, tenía veinte años cuando alcanzó sus primeros éxitos en el Theater am Gänzemarkt de hamburgo. Estudió la ópera italiana sobre el terreno, llegando a ser músico favorito del público en Roma y en Venecia, como clavecinista y como compositor de ópera, y en 1709 los italianos quedaron cautivados por "il caro sassone" cuando representó su ópera Agrippina con vestuario clásico. Llegó a Londres desde Hanover en 1711 y desplegó una energía casi sobrehumana escribiendo ópera tras ópera para el teatro que dirigía. La obra final de Haendel es un puente entre el barroco tardío y el rococó; Serse (Jerjes, 1738) se aproxima claramente al nuevo estilo con su yuxtaposición de pathos, lirismo y comedia. Haendel presenta figuras de la mitología y la historia antiguas finamente delineadas contra un decorado que es suntuoso y en ocasiones de carácter oriental. Se apoya invariablemente en el vigor melódico del aria da capo y utiliza pocos conjuntos, a pesar de que su lenguaje orquestal es muy colorista y pleno de matices, con solo obligatos característicos. Su expresión emotiva tiene gran hondura y dignidad, sus escenas de la naturaleza son impactantes y concisas, y sus cantinelas (como el célebre "Largo" de Serse) son de gran amplitud y de un ritmo claramente definido. En las manos magistrales de Haendel la ópera barroca italiana alcanzó su culminación. La melodía y el ritmo son supremos. La gestualidad expansiva de la ópera barroca queda legitimada por la infalible capacidad de Haendel para la expresión emocional. Las óperas de haendel quedaron olvidadas durante casi doscientos años, pero sus oratorios bíblicos, empezando en 1742 con Messiah, eran óperas irrepresentables adornadas con vigorosos coros, ejemplares narraciones dramáticas que han quedado generalmente como modelos excelsos en su género.
El teatro de Haendel, con su superabundancia de figuras heroicas, las intrigas en que andaban enredados primadonnas and castratos, los decorados ostentosos y el público londinense anhelante de sensaciones, impulsó en su conjunto la sátira y la burla. Por instigación de Jonathan Swift, el poeta John Gay escribió The Beggar's Opera en 1728; situada en el submundo criminal, consta de canciones populares, danzas y melodías bien conocidas, arregladas por John Christopher Peppusch, un inmigrante de Berlín. Esta ingeniosa obra fue redescubierta en 1920; en 1928 proporcionó el modelo para la Dreigroschenoper de Bertold Brecht y Kurt Weill.

La Trompeta




La historia de la trompeta se remonta a los orígenes de la historia de la humanidad. La Biblia ofrece el testimonio de su importancia en las ceremonias religiosas primitivas; Homero, el de su uso en la batalla. De una época anterior a la de Homero datan las trompetas que se encontraron en la tumba del faraón e gipcio Tutankamón (reinó de 1358 a 1353 a. C.). Su buen estado de conservación permitió transmitir por radiotelefonía el sonido de esos instrumentos. Cuatro siglos antes de la era cristiana, los griegos incluían certámenes de trompeteros en el programa de los Juegos Olímpicos. En la escultura romana se puede observar que las trompetas aparecían en todas las procesiones. En la Edad Media este instrumento presentaba dos formas bien diferenciadas, una de las cuales (claro) es el origen de la moderna familia de las trompetas , y la otra (bucina) de la familia de trombones; aunque puede considerársela también como un antecesor de la trompeta.

En un principio el "claro" tenía un tubo recto y largo, pero más tarde, para hacerlo más fácil de transportar, se redujo la longitud del instrumento doblando el tubo en forma de zig-zag; ya entonces su nombre corriente era clarión, denominación que, aunque variada, nunca se ha abandonado.

La gran importancia de la trompeta en los conjuntos instrumentales antiguos se advierte en el hecho de que, de los cuarenta y dos instrumentistas adscritos a la corte de Enrique VIII, catorce eran trompetistas.

La historia de la orquesta comienza en realidad en los primeros años del siglo XVII, y ya se ha dicho que la trompeta figuraba en los conjuntos instrumentales no uniformes de esa época. En el Orfeo de Monteverdi (1607) encontramos una tocata para cinco trompetas de diferentes afinaciones. Hay quien dice que el éxito de la trompeta en estos experimentos orquestales no debe haber sido muy grande, por cuanto son muy pocos los testimonios que se tienen del uso de este instru­mento hasta fines del siglo XVII. Lo más probable, sin embargo, es que nuestro conocimiento de la música de ese período sea incompleto. La apari ción del tratado de Fantino, Modo per imparar a sonare di tromba (Modo de aprender a tocar la trompeta, Francfort, 1638) constituye seguramente un hecho muy significativo. No hay duda, por otra parte, de que hacia fines de ese siglo la trompeta era un instrumento muy usado.

En el mismo período, Purcell empleó frecuentemente la trompeta; en su ópera Dioclesian una trompeta y una voz de contralto cantan a dúo; él escribía para un instrumentista consumado: John Shore, trompetista de la corte y miembro de una familia de trompetistas que fue famosa durante todo un siglo. Probablemente muchas de las partes difíciles para trompeta compuestas por los músicos de esa época fueron escritas para determinados virtuosos de gran habilidad. En esta misma época la gran mayoría de los compositores alemanes incluían la trompeta en los conjuntos orquestales.

Händel, poco tiempo después, escribió partes muy agudas y floridas para este instrumento, como su "Let the bright seraphim" (en Sansón) y "The trumpet shall sound" (El Mesías). Este autor indicaba en la partitura: "Clarino I, Clarino II y Prinzipale", lo que muestra que en sus días aún se mantenía para los instrumentistas la, misma distribución que en la época de Monteverdi. También Bach escribió para la trompeta partes muy floridas, y en general, en un registro más agudo. Claro está que sólo en el sector agudo de la serie armónica las notas de la trompeta son lo suficientemente vecinas entre sí como para que se pueda encomendar a este instrumento algo más que la ejecución de un simple arpegio; por eso cuando los compositores se proponían asignar a la trompeta un mensaje verdaderamente melódico, se veían obligados a hacerlo en el registro agudo del instrumento, lo que podía lograrse con cierta facilidad en las largas trompetas de la época, largas, y por lo tanto graves. Se ha discutido mucho sobre cómo hacían los instrumentistas para emitir las notas más agudas de la serie armónica, así como para desenvolverse con éxito en esos pasajes tan elaborados; como se ha dicho antes, por un tiempo se pensó que esos intérpretes debían disponer de instrumentos esencialmente distintos de los usados en épocas posteriores. La verdadera explicación es que los instrumentistas se especializaban, unos en los pasajes agudos, y otros en los pasajes graves de las partes para trompeta; el del clarino no tocaba sino los pasajes más agudos, con lo que éstos terminaban por resultar de fácil ejecución.

Fuente: http://www.el-atril.com/orquesta/Instrumentos/Trompeta.htm

Accademia Bizantina




A. Corelli: Concerto Grosso OP VI. N°1

G.F. Händel: Concerto Grosso OP VI N°1

F. Geminiani: Concerto Grosso "La Follia" de la sonata para violín en re menor OP. 5N°12


A. Vivaldi: Sinfonía de la "Olimpiada"Concierto en La mayor para cuerdasConcierto en Sol menor para cuerdas

J.S. Bach: Concierto en Re menor para dos violines, cuerdas, BWV 1043

Fecha: 26 - 27 de junio - 19:00 hrs

Entradas desde: $2000

Teatro Municipal de Santiago - Agustinas 794, Santiago. Teléfono: 463 88 88.